24.10.06

Sombreritos y boinas





Otra cosa que me gusta hacer son sombreros... Las boinas es de lo más fácil si se sabe hacer ganchillo básico. Los sombreros salen un poco a su bola ,aunque aprendí un montón en el curso de sombrerería impartido por Nina Pawlowsky en la Escuela Massana. Sus sombreros son increíbles y trabaja haciendo vestuarios para teatro y participando en exposiciones tanto en España como en el extranjero. Nina organiza cada primavera un paseo por Rambla Cataluña y puede animarse y unirse cualquiera que lo desee... eso sí, ha de llevar sombrero!!

21.10.06

Mencía frivolité




Estas fotos tan increíbles son de pendientes y collares hechos de frivolité. A primera vista todo el mundo piensa que está hecho de ganchillo, pero se hace con una, o dos lanzaderas en cuyo interior está el hilo enrrollado y se van haciendo nudos entre los dedos. Las maravillosas manos que los hacen son de mi madre... Y por cierto, los anillos que luce los he hecho yo!!. Estas pequeñas obritas de frivolité se pueden comprar en Hipótesis, joyería situada en la Rambla Cataluña de Barcelona y en Antherea, que es un nueva joyería-taller en la calle Regomir en el barrio gótico de la misma ciudad. Hay cosas que, por desgracia, no pasan de madres a hijas... ¡Yo soy incapaz de hacer una flor de frivolité sin equivocarme mil veces!

19.10.06

Mi gato de verdad no es de trapo


Mi gato de verdad se llama Kiko y ahora mismo, como casi todo el día y toda la noche, está durmiendo en su cesta. Hace 9 años, una madrugada que llegaba a casa desde la estación de tren, le vi en la calle. Me dio una pena tremenda verlo tan pequeñito y tan bonito todo solo entre los cohes. Le llamé y se acercó para olerme, a ver si tenía algo para comer claro, y después me siguió por la calle. Pensé que ya no le podía dejar allí a merced de los cohces y los niños tirapiedras del barrio. Le subí a casa y le dí un poquito de jamón jork que devoró al instante y después de usmear un poco por la casa buscó un rinconcito para hacer pis. Mi hermana me dijo que le bajase inmediatamente a la calle de nuevo, no porque se hubiera hecho pis, sino porque un gato en una casa... ya se sabe. Pero yo me emperré en que no, que el gatito, que yo pensaba en un principio que era gatita, se quedaba conmigo. Le lavé y descubrí que no era todo gris sino que tenía una bonita máscara blanca que le nacía entre los ojos y que se le alargaba hacia el cuello y la barriga. ¡Qué lindo mi gatito! Desde ese día ya no nos hemos separado y hemos pasado muchas cosas juntos... muchos viajes en coche de una ciudad a otra, muchas caras para aprenderse, muchas casas para hacerse el dueño... y ahora, además de una casa con terraza (en cuyos tiestos hece lo que quiere a pesar del apestoso repelente de animales), un papá y una mamá, tiene una especie hermanita humana que parece una lombriz porque se arrastra por el suelo pero que cada vez le da más miedo porque le persigue gateando y le tira de las orejas cuando él querría estar tan agusto en su cesta sin que le dijeran nada.